el principito sudamericano
I
Puedo contarles muchas
historias sobre él. Que (como todos) nació desnudo y (como todos)
eligió distintas pieles para disfrazarse hasta animarse a volver a
la libertad de la desnudez.
Ex nietzcheano / Surrealista
hasta la médula / Discutidor / Autodidacta de las mejores cosas que
aprendió a hacer / Que se inventó ser un pesimista sin remedio,
una catapulta de Nos hasta que le emergió el SI supremo, un SI
escondido detrás de ese soplo que no controla desde los 16 y que
seguro, lo empuja palante/
ese
SI que le alienta todas las búsquedas en las que hoy anda mientras
le escribo este par de palabras que no le debo y por eso se
las regalo
en sus 31 vueltas al sol.
II
Que amó el fútbol antes que
la música y que encima decían que era bueno pero su mamita quería
otro futuro para el menor. Que todavía se queda colgado de los
alambrados cuando pasa por un club con canchita, que el corazón se
le acelera (posta, posta) si se cruza con algún potrero y nostalgea
y se pone a hablar de cuando andaba con la pelota. Pero de toque
borra la lágrima y transforma la nostalgia en una postal con un
click. Porque pegó el estirón y se hizo fotógrafo / se hizo
rebelde / se hizo melómano / se hizo picante (seguro por los sabores
con los que lo crió Diosmira, la abuela de Tarija, y las larguísimas
tardes filosóficas con el abuelo Justino) Que su infancia pasó
entre los cassettes de FunPeople de su hermano mayor, los sueños de
conseguir un mecenas que le mantenga su vagancia creativa y los enfrentamientos entre las dos barras del
Monasterio, barrio donde creció en los '90.
![]() |
Frank Zarate / Borojo Borojo |
III
El pelo lo tiene crespo desde
la raíz. En perfectos rulos afro y negros. Cuando le preguntan, él
dice que vienen de la mamá. Pero por más que Elena disimule el suyo
peinándolo, yo creo que esa genética viene de más y más atrás...
del principio de la historia, de cuando éramos una África grande.
Mamá boliviana, papá
salteño. El, hiper platense de los bordes.
Entonces
afro, ojos achinados, pálido, flaquísimo. “Un
afro coya”.
La síntesis se la hizo uno de los tantos personajes que
conocimos en una vuelta al norte y sentimos haber
presenciado una auténtica revelación.
2010.
Bufanda
de colores al cuelo, la camisa a la que le estampamos un warhol con stencil,
campera azul adidas, calzas mías, zapatillas.
“Con esta estética, nadie acá se imagina que cruzo la cárcel en
bicicleta para llegar a casa”,
pensó en voz alta una vez. Estábamos en el Favero. Fue cuando lo invité a ver Fantasmagoria y se enamoró de “El río” y
“Caballos negros”. Esa misma noche, como todas para llegar a la casa, cruzamos el
grafftti que alguien hizo en el barrio con la frase de Korneta y los
Gardelitos: “No
necesito las luces ni los lujos de la ciudad”.
IV
(Todavía estaba en su época
nietzcheana)
Hasta
que alguna tarde (o mejor, alguna noche porque a partir de la 1 de la
madrugada se le regenera la sangre) empezó a decirse
“Pesimismo
del intelecto, optimismo de la voluntad”,
a
tararear Sofía
Viola, a
creer en la intuición, en
la potencia de la gente cuando abandona el poder o el miedo y se
sienta en
ronda
y
(sobre
todo) a hacerse
cargo de sus deseos, de esos reales, los profundos...
Atravesado
por dolores
que sólo punzan fuerte cuando hay esencia sensible, se animó a
reinventarse.
Después
de romperse y romperse y romperse... como
hay que hacer.
Hundirse
hasta
el
fondo y después...
aprovechar el impulso para
el
salto.
El principito sudamericano
frente al espejo
Y
las cosas empezaron a moverse. Pasó de la guitarra eléctrica al
charango que es más amigo de los viajes. (Antes había andado en
amores intensos con la armónica -clásica adolescente-, bajo,
violín, cajón peruano). Dudo que alguna vez abandone ese alargue de
40 metros que armó para la primera vuelta al norte en 2011.
Dudo que abandone la computadora, la zapatilla, los parlantitos para dormir escuchando Devendra, la cámara, las lentes, el trípode, las lanas de colores colgadas en cualquier parte. Esa libertad de adorar sin "ismos" la remera de Brigitte Bardot que le regaló mi abuela y la de la lucha antiminera de El Algarrobo. Se que no va a abandonar la percusión en el corazoncito... la irreverencia, la dulce provocación, “esa libertad del cuerpo y el alma que abre de par en par las verdaderas puertas”, nos contó Cortázar en alguna parte de su Rayuela.
Dudo que abandone la computadora, la zapatilla, los parlantitos para dormir escuchando Devendra, la cámara, las lentes, el trípode, las lanas de colores colgadas en cualquier parte. Esa libertad de adorar sin "ismos" la remera de Brigitte Bardot que le regaló mi abuela y la de la lucha antiminera de El Algarrobo. Se que no va a abandonar la percusión en el corazoncito... la irreverencia, la dulce provocación, “esa libertad del cuerpo y el alma que abre de par en par las verdaderas puertas”, nos contó Cortázar en alguna parte de su Rayuela.
“El
cuerpo es la nave”,
escuché ayer en un antro de música progresiva platense. Hace 10
años seguro él estaba ahí
saltando,
de un lado al otro, con su peluca. Anoche, sintiéndome
yo también una extraña ahí dentro,
entré sabiendo que no iba a encontrarlo. Porque hoy
late
en otros lados y a otros ritmos. De
todas formas la
frase me hizo recordarlo. Porque aunque ya no ande esos pasillos,
curtió y
anduvimos mucho
el subsuelo del viejo varieté, pura vida cuando era flamingo. Todo
el cemento, toda su música y su poesía.
y volví a casa dispuesta a
arrancar este relato y un mensaje suyo, como siempre, se cruza en la
escritura. (La certeza de sabernos hermanos del mismo clan hace rato
no se nos esconde en azares ni casualidades. Por eso no nos inquieta
saber que podríamos cruzarnos y ¡no! Porque justo cuando él baja
yo voy a estar subiendo y quizá nuestros micros se crucen en la
misma ruta y él esté dormido sobre alguna hoja de “El cielo es de
quien lo vuela”, de De Posfay o “Memorias del desierto”, de
Dorffman (libros que elegimos para que lo acompañen en viaje) y yo
ande soñando con tambores o pedacitos de esa aurora boreal que me
compartió hace poco.
¿Y de qué está hecho eso
de pulsar la misma cosmogonía?
Que cuando él troca fotos por
bolsos tejidos con la cooperativa de tejedoras catamarqueñas / yo
hundo una madeja de lana cruda en los colores del monte cordobés.
Que cuando yo subo de Madryn a La Plata / él sube de La Plata a
Tucumán / Que cuando ve a Miriam dibujar círculos en la tierra, en
medio de una caminata antiminera, recuerda nuestro nuevo deseo y yo
arranco a darle forma con un grupo de mujeres en un barrio al sur.
Que y que y que... el tejido
lo seguimos haciendo. Como buenas arañas patonas, tensando a uno y
otro extremo, con sólo una seña sabemos cómo y cuándo sumar los
hilos. Y que ahí va otra vuelta... y que esto del viaje no tiene
retorno porque nuestros cráneos son una espiral o un fractal.
VI
Les
dije que podría contarles muchas historias suyas. Incluso jugar a
escribir un libro y encuadernarlo con mis manos. Y él seguro va a
querer probar serigrafías en tapa, revelados en hojas de plástico
que queman cualquier impresora casera. Y se le van a ir las horas
mixturando colores en photshop: alquimias 2.0 / saboreando las
texturas de los papeles con las yemas dedos.
¡Casi
olvido hablarles de la historia que hay en sus dedos! “Asperos,
callosos, de nudillos anchos y líneas marcadas", descubrí una tarde. "Son manos de tierra,
no de nene platenses”.
De ahí el complemento
coya
a su mote afro. Sí, podría seguir contándole. Pero se nos va a ir la noche y ya se acerca el día...
Entonces
un principito / afrocoya /
sudamericano
Un mirador de esencias / un
irreverente de las formas dadas /
un pibe que crece sin perder la capacidad de la sorpresa / la risa espontánea /
el comentario ácido / la ternura
un pibe que crece sin perder la capacidad de la sorpresa / la risa espontánea /
el comentario ácido / la ternura
sureñísimo / altiplanísimo /
un amante de la belleza en sus
más particulares puntitas
admirador de la estética
cultivador de la sana
disrrupción
Que
cada viaje que hicimos
se llenó
de
paradas para registrar
los santuarios al gauchito gil regados en las rutas/ que no sube al
tren sin comer los chipá en rosca / que está tan conectado a su
mundo onírico como a wifi / Que del 2011 hasta que dejó La Plata en
diciembre de 2014, copó
su casa
de santuarios: Kity, el gauchito gil, la santa choli, una apacheta
con piedras de Amaicha.
Hasta
que salió... “Entre
fiestas”,
como dijo cuando sin saber nos despedíamos haciendo el segundo
librito. Era principios de diciembre. Yo salía para Chubut y era
posible que a la vuelta él ya no estuviera. “Hoy
arrancó el despegue. Y en este tren y estos paisajes es imposible no
pensarte”. El
mensaje llegó a mi teléfono a horas de volver a pisar La Plata. Así
fue que arrancó este hermano de caminos.
Y
lo hizo después
de cruzar todas las barreras
internas hasta el final de sus miedos.
Hoy
(y siempre) Celebro
su fuerza de vida.
VII
Viajar. Ese deseo fue el que
hizo que nos encontremos en enero de 2009 en Córdoba mientras
aprendíamos de constelaciones; ahí donde se ven tan claras, tan
encima, que la experiencia roza el vértigo.
Como a la amiga de banco en primer grado: desde que nos conocimos, nos elegimos. Y en estos 6 años fuimos descubriendo el poder de la transmutación, ese que nos permitió seguir amándonos después de habernos amado, ese que nos develó cuánto podemos curarnos si nos animamos al arrojo, a perderlo todo, incluso a nosotros mismos; en esa zarpada experiencia de No quedar ilesos de los otros.
Como a la amiga de banco en primer grado: desde que nos conocimos, nos elegimos. Y en estos 6 años fuimos descubriendo el poder de la transmutación, ese que nos permitió seguir amándonos después de habernos amado, ese que nos develó cuánto podemos curarnos si nos animamos al arrojo, a perderlo todo, incluso a nosotros mismos; en esa zarpada experiencia de No quedar ilesos de los otros.
Cuando esto pasa (y les digo
que puede pasar mucho, con muchas personas. Por suerte mi memoria
atesora varias de estas vibraciones) no hay más chance de creerse uno,
porque en cada parte nuestra pasan a latir esencias - otras, haciendo
transfusiones de energía constantes.
VIII
¿Por qué les cuento tanto
del principito sudamericano?
Será porque en este momento cumple 31 vueltas a la luna.
Será que sabe de estas
palabras y las espera.
Y es lindo dar los regalos a
tiempo.
Y celebrar la vida de las
personas con las que encaramos mutuas liberaciones /
Liberaciones
en el profundo sentido que
nos enseñó Amaicha con sus palabras:
Huayra y Ayni /
Vientos recíprocos /
IX
Ahora sí, te hablo a vos:
corazón internacional
espíritu de jugo de frutas
Buen viaje, buena vida.
Si no es en ésta, nos vemos en las próximas (aunque sabemos que acá todavía nos esperan nuevas tramas, cruces y tejidos)
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