¿Tiene sentido contar historias?
¿Tiene sentido
contar historias?
Les estoy
preguntando
A mí, a ustedes
¿Tiene sentido
contar las luchas, las in-justicias, los crímenes, las ausencias?
Lo estoy pidiendo a
gritos
Ustedes
¿me escuchan?
Hace poco hablé con
Ernesto. El es columna vertebral de la causa contra el ingenio
Ledesma, que busca justicia por la complicidad de la empresa con la
dictadura cívico militar del 76' que sólo en Libertador General San
Martín secuestró a más de 400 personas, de las que todavía hoy 33
siguen desaparecidas. El es parte de esa búsqueda de justicia por
los crímenes de siglo XIX, del XX y del XXI.
Y ¿saben qué? Está
solo.
Sí, detrás de la
gran política de derechos humanos.
Hace pocos meses un
pendejito pagado, sin mayor conocimiento de lo que estaba haciendo ni
de quiénes lo estaban mandando, entró con un cuchillo a su casa a
la madrugada a matarlo. A callarlo.
En la dictadura lo
secuestraron tres veces, muchas más lo torturaron. Y no “cantó”,
no dijo un nombre. Dice que por eso está vivo, por no haber vendido
a un compañero.
En todo Libertador
le dicen “Profe”. Da clases en escuelas especiales hace años.
Vive con el teléfono
intervenido, lo sabe y lo comparte. Todos estamos siendo grabados.
Hoy tiene que
soportar ver a muchos de ellos, de la Asociación de Ex Presos
morirse por la miseria. Mueren por falta de atención de salud, les
machacan la vida, los torturan psicológicamente: “Sos un tonto por
hablar. Vení con nosotros, arreglá. ¿O querés desaparecer como
desaparecieron los del '76?”. Y esa gente que no transa muere de
tristeza con velas en sus casas porque nunca les llegó la luz.
Vuelvo a preguntar
¿Tiene sentido
contar historias?
Me dirán que sí.
Para mantener viva la memoria, para que no vuelva a ocurrir el terror
del pasado.
Y hoy discúlpenme,
con todo el sentimiento. Hoy les pido no me llenen de palabras hechas
la respuesta con que todos nos quisiéramos conformar.
Hoy a mí denme el
indulto que todos los días se le regala a la impunidad.
Hace cuatro meses a
Ernesto lo podrían haber matado si su hijo no se hubiera despertado
y tengo bronca, dolor hirviente. No sé si tiene sentido contar
realmente, esta es la respuesta que me doy a mí misma.
Cuento como
exorcismo implacable. Cuento a gritos, con el puño nervioso,
caliente.
Ernesto se fue a su
casa después de las 1 de la madrugada y siento miedo por él. Pero hoy
no es especial más que para mí, que acabo de recibir las noticias
de los últimos meses.
Cuando se va me
aprieto contra el pecho que tengo cerca y lloro, porque no puedo
contenerme
y escribo para
desahogar tanta impotencia.
Miro Norte Profundo,
el libro que él se acaba de llevar y por el que vino a verme hasta
la casa donde estoy en Libertador y me pregunto ¿qué sentido tiene?
Si se siguen
muriendo sin luz.
Si los siguen
amenazando, torturando con la inversión de la culpabilidad, si ni
siquiera tienen la mínima protección que el Estado debería
asegurarles desde el minuto cero.
Ernesto y otros
compañeros suyos son testigos claves. Ellos patearon los barrios
levantando testimonios de ex detenidos que nunca habían hablado.
Ellos son las espinas dorsales de una justicia que en la mayoría de
sus escalafones no tiene voluntad de emerger.
¿Tiene sentido
contar historias?
¿Cambia la historia
si la contamos?
¿Cambió la
historia?
Hace cuatro meses a
Ernesto casi lo matan y a mí no me sale otra cosa que escribirlo y
llorar sobre el trazo hecho pelota.
8/8/14
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